Sin duda alguna el profeta, para poder realizar su misión, ha de tener un encuentro profundo con Dios. Nosotros, como profetas desde el bautismo, para realizar nuestra labor, necesitamos de este encuentro personal con este Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Desde este encuentro brota nuestra fuerza, nuestro ojo atento, el poder ver como Dios ve la historia, un oído atento para escuchar y comprender como Dios lo haría, un corazón amante, para amar como Dios ama.

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Este año, como preparación para el jubileo de la esperanza del año 2025, el Papa Francisco ha convocado el año de la oración. Es una hermosa oportunidad para poder acrecentar nuestro encuentro con el Señor.

 

Variados son los momentos de encuentro con el Maestro: tu oración personal, tu participación en los sacramentos, especialmente la Eucaristía; en la lectura de las Sagradas Escrituras, en la danza ritual, en el cargar la Imagen Sagrada, en el encender una vela con una intención, etc. No dejemos de tener este encuentro. Recordemos una vez más lo que la Virgen nos enseña: “hagan lo que Él les diga”. Y Él nos habla en estas prácticas. Encontrémonos con el Señor y nos dará la fuerza para ser sus profetas en el mundo de hoy.