La ceremonia, presidida por Monseñor Isauro Covili Linfati y Monseñor Pedro Ossandón, destaca la importancia de la fe y la oración, y aborda los desafíos de la migración y la piedad popular.
16 de julio de 2024
La Tirana
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En una calurosa mañana del 16 de julio, en la explanada del Santuario de La Tirana, se vivió la eucaristía del día de fiesta en honor a Nuestra Señora del Carmen de La Tirana.
La celebración inició con el tradicional descendimiento de la imagen de María del Carmen, donde miles de peregrinos recibieron las cintas que representan el manto de nuestra Madre, para tener un encuentro personal de oración con María Santísima. La eucaristía fue presidida por Monseñor Isauro Covili Linfati, obispo de la Diócesis de Iquique, junto a Monseñor Pedro Ossandón, obispo Castrense.
Con el canto "Aleluya Moreno" se proclamó el evangelio que avanzó desde el centro de la plaza. Seguido, Monseñor Isauro Covili, en su homilía, destacó la importancia de la fe y la acción en la vida cristiana. También advirtió sobre la tendencia a distraerse con las preocupaciones diarias, como Marta, y subrayó la necesidad de orar con la Palabra de Dios para alcanzar la verdadera felicidad y plenitud. Además, instó a los feligreses a escuchar al Señor y actuar con amor y servicio a los hermanos, evitando la rutina y el afán de poder sin referencia al "Sí" de María.
En vista del Jubileo del 2025, enfatizó la importancia de leer y escuchar la Palabra de Dios y cultivar una vida de oración para resignificar la evangelización y humanización de los pueblos. Destacó cómo cada pueblo, a través de su cultura y piedad popular, se evangeliza continuamente, citando al Papa Pablo VI y Benedicto XVI sobre la importancia de la piedad popular como una expresión genuina de fe. También agregó los desafíos de la migración y la necesidad de acoger y acompañar a los migrantes, respetando su dignidad y derechos, y criticó la falta de procesos adecuados para su regularización.
Finalmente, Monseñor Covili resaltó el papel mariano en la evangelización, pidiendo a la Virgen del Carmen que interceda para que la Iglesia chilena sea una casa acogedora y promotora de un mundo nuevo, basado en el compromiso evangélico y humano.
Como signo de renovación de nuestra fe y profetismo bautismal, el agua bendita bendecida por el hermano obispo fue rociada sobre peregrinos, bailarines, ministros y laicos, como signo de que todos nosotros tenemos la dignidad de ser hijos de Dios.
Luego, entre cantos y manos en alto, la imagen de “La Chinita del Carmen” salió a saludar a su pueblo en una pequeña procesión por la explanada, para posteriormente, a las 15:00 horas, comenzar con la gran procesión por las calles del pueblo.
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Fuente: Comunicaciones Diócesis de Iquique